Continuando con el tema de las masculinidades, el cual nos concierne a todos y a todas quisiera compartir una experiencia:
Hace unos días tuve una conversación con un amigo sobre el poder en las relaciones amorosas, lo interesante acerca de este tema es que en medio de la plática mi amigo mencionó que el hombre siempre desea tener tal poder, especialmente frente a esas situaciones.
Por ejemplo: él comentaba que el hombre requiere de espacios personales, es decir, estar solo sin la pareja, con los amigos o amigas, así mismo, que su pareja también necesita de tales espacios. Sin embargo, fue muy puntual en algo: entre risas, especificó que a los hombres no les agrada que sus parejas tengan planes que no los incluyan, comentario que contradice totalmente su postura sobre la tolerancia a espacios personales tanto para los hombres como para las mujeres, pues al parecer aún persiste un modelo masculino hegemónico que se disfraza de pensamientos alternos, y puede que se dé sencillamente porque algunos hombres, y especifico no todos, aun consideran que la calle y lo público es sólo de ellos, siendo la casa y lo privado de las mujeres, así como el poder sigue siendo sinónimo de masculino.
En ese sentido, habría que analizar cómo estas creencias de doble filo, es decir, creencias que pueden considerarse como alternativas en asuntos de masculinidad, pero que terminan siendo tradicionalistas, llevan a influir en las relaciones de pareja. ¿Será que estas generan bienestar o malestar? y especialmente ¿cómo podrían identificarse y abordarse? porque recordemos que culturalmente hemos normalizado conductas y actitudes que solo han ocasionado heridas tanto para las mujeres como para los hombres.
Por: Kathy Alejandra Navarro Verjel. Trabajadora Social